diumenge, 29 de desembre del 2013

'DIARIO DE H.' (La Galera), de Hypatia Pétriz

Tengo la suerte de conocer personalmente a Hypatia Pétriz, la autora de esta novela, y digo 'suerte' porque es una fortuna tener el privilegio de ver cómo se desarrolla un escritor desde sus inicios, que es lo que me ha pasado a mi con ella.

La gran mayoría de artistas dan muestras de sus dotes a muy temprana edad y Hypatia no es una excepción. La conocí con 13 años y ya entonces quiso compartir conmigo algunos de sus escritos, unas pequeñas maravillas, tanto por el argumento como por el estilo, que me impresionaron por la madurez de sus reflexiones. Por eso, no me extrañó cuando supe que La Galera iba a publicarle una novela, una historia que tiene algo de autobiografía aunque predomine la ficción: Diario de H.

El libro narra en primera persona el día a día de una adolescente que se topa por primera vez con esas constantes que no dejan de aparecer en la vida de los adultos: el amor, la amistad, el desengaño, el reto, el fracaso... Y lo hace de una manera abierta, directa y fresca, como se corresponde a la actitud de alguien que  aún arrastra jirones de niñez. 

Esa efervescencia narrativa me ha sorprendido porque, habiendo leído escritos tan maduros de la autora, no esperaba que tuviese tanta versatilidad. Su capacidad para adaptar el discurso a lectores de su edad me ha maravillado. Así, Hypatia aparca sus construcciones más elaboradas y su lucidez introspectiva  para dejar paso a un diálogo espontáneo, en el que alterna hábilmente  reflexiones claras y referencias constantes a sus grandes pasiones: la música y la literatura. De este modo recupera anécdotas muy líricas  y revive nombres míticos del rock para acercarlos a sus lectores. Incluso el cine tiene su espacio en el maravilloso mundo de H. Y es un auténtico placer ver cómo todas esas viejas leyendas lucen en su universo.

Diario de H. es algo más que una historia de primeras experiencias que emociona y engancha, para los adultos es, además, un viaje hacia su antiguo corazón. Un trayecto de ida que nos transporta a aquellos días de adolescencia en que todo se vivía con anhelante intensidad. Pero, por encima de todo, es el testimonio del despegue de una nueva y brillante autora con mucho aún por contar. 

dimarts, 17 de desembre del 2013

'ELS FANTASMES DE DALÍ' (Columna), de XAVIER GUAL


Ja fa temps que tenia ganes de llegir aquesta novel·la, no només pel que havia vist de l’argument sinó, també, pel que jo intuïa en el títol.  Aquesta impressió meva em deia que em trobaria amb una història inquietant, misteriosa i amb l’al·licient afegit de girar entorn d’un dels personatges més excèntrics dels darrers temps. No em vaig equivocar. Els fantasmes de Dalí és un extravagant relat que ens col·loca al centre de la paranoia per mostrar-nos  la inconsistència del que considerem real.

I dic extravagant en el més ampli sentit de la paraula que aplega la qualitat extranya dels personatges, els fets extraordinaris que explica i, sobretot, l’estil, que desafia els límits de la narrativa barrejant relats i deliris. Aconseguir trobar l’equilibri en aquest còctel de passions, secrets i revelacions no és fàcil, però l’autor se’n surt amb una innegable elegància que deixa en el relat una empremta única. Així, Xavier Gual ha sabut mostrar-nos una faceta insòlita de l’artista surrealista. Ens acosta als seus temors, a les seves pertorbacions -més universals del que semblen-, i en fa un retrat no del personatge sinó de la persona.

En Els fantasmes de Dalí hi trobem un conte de por, un secret desvetllat i una història de desamor. També hi descobrim al·legories i simbolismes que ens acosten a l’univers dalinià. Aquí cal destacar la feina feta per l’autor, una tasca que sintetitza en uns quants capítols on es despleguen els trets més característics tant de l’obra com de l’artista. Però, a més, la novel·la descriu en detall els paisatges que emmarquen –i mai millor dit- el llegat de Dalí: Púbol, Portlligat i Figueres.

Els fantasmes de Dalí són, en definitiva, dos relats desvinculats en el temps però que es relacionen a través de les pors, els fantasmes que assetgen els dos protagonistes: Dalí i Guillem. O el que és el mateix, Càstor i Pòl·lux, mite estimat del pintor. Un llibre original, detallista i precís sobre un home únic i plural. 

Aquí podeu llegir una entrevista que Tribuna Maresme va fer a l'autor: Xavier Gual.

divendres, 6 de desembre del 2013

Exposición 'Aquellas postales de Navidad', de Cucatraca


"Reconozco abiertamente que me gusta la navidad, en especial enviar y recibir felicitaciones por correo postal. Es una costumbre que tengo interiorizada desde muy pequeña y que, desgraciadamente, se está "perdiendo" con la irrupción de las nuevas tecnologías.

Aún así, todavía existen algunos nostálgicos como yo que, entre tanta variedad tecnológica para felicitar las fiestas, encuentran en el correo tradicional el motivo perfecto para decirte 'me he acordado de ti'.

Escribir y enviar una postal tiene un valor añadido que los otros medios no contemplan y seguramente mi testimonio no cambiará la conciencia colectiva a la hora de felicitar las fiestas, pero sé que empezando por pequeños actos, individuales, puedo contribuir a recuperar una tradición que no debería perderse." Cucatraca.


"Aquellas postales de navidad" es una pequeña exposición que rinde homenaje al género del christmas a través de la mirada nostálgica de la ilustradora Laia Codina bajo su alter ego Cucatraca. Defensora del hábito de escribir y enviar christmas por correo tradicional, sostiene que lo único que puede compararse a la emoción de escoger la tarjeta ideal es recibirla.

Un sentimiento que se aprecia en sus trazos, tal vez porque los alienta el ánimo de aquella niña que fuimos todos, la que escogía postales de una caja y coloreaba sus propias reproducciones.

Podréis admirar sus originales y adquirir algunas de sus postales en la inauguración que tendrá lugar el próximo jueves 19 de diciembre, en la tienda Cute and Crafts de Santa Coloma de Gramanet a partir de las 20h. La exposición estará vigente hasta el 11 de enero de 2014.

Para saber más sobre Cucatraca clicad aquí: Postales de Navidad, mucho más que un recuerdo.



“Lo único que puede compararse a la emoción de rebuscar en un cajón la tarjeta ideal es recibirla.” 

dijous, 5 de desembre del 2013

Postales de Navidad, mucho más que un recuerdo


Felicitación navideña de Laia Codina

Siempre que se acercan las fiestas navideñas evoco el tiempo en que solía escribir tarjetas a mis compañeras de clase. De esto hace más de treinta años y seguramente fue una costumbre que se mantuvo durante tres o cuatro cursos pero, como todo lo que ocurre en la niñez, lo viví de una manera muy intensa e ilusionante. Antes de que llegaran las vacaciones de Navidad, al salir de la escuela me acercaba a una papelería a buscar unas cuantas tarjetas navideñas.  Tenía que elegir una cantidad limitada a unas pocas compañeras, pero eso no quitaba ilusión a la tarea de escoger, de la cajita que me ofrecía la dependienta, siete u ocho felicitaciones navideñas para mis amigas. De pie, apoyada en un rincón del mostrador, iba pasando las distintas postales hasta que veía una que me gustaba y la separaba del resto dejándola sobre el tablero. Solía llevarme las que representaban escenas de pastorcillos, dibujadas con trazos redondeados que daban a las caritas de niños y angelitos una expresión muy tierna. Generalmente eran las de Joan Ferràndiz, aunque también me gustaban mucho las de Constanza y las de Vernet.
Tarjeta navideña de Constanza (www.silvitablanco.com.ar)
Una vez hecha la elección me volvía a casa pensando en lo que escribiría en cada una, ya que al día siguiente las entregaría en mano. Esos días previos a la navidad, antes de que comenzaran las clases o al terminarlas, solíamos sacar las postales de la cartera y las repartíamos. Es curioso, pero no recuerdo cómo eran las que yo recibía. Sólo me ha quedado grabado en la memoria el hecho de la elección, las ilustraciones y aquella papelería que ahora es una tienda de telefonía. Seguramente me debían enviar el mismo estilo de tarjetas, porque a todas nos gustaban las postales de Ferràndiz y las de los ilustradores que dibujaron los cuentos de nuestra infancia. Unos artistas de los que ahora poco sabemos, a pesar del color que pusieron a nuestras primeras lecturas: ‘Constanza’, nombre artístico de Constanza Armengol que ilustró cuentos clásicos y populares a lo largo de más de 40 años; Juan Vernet, ilustrador infantil y autor de numerosas tarjetas navideñas y de Primera Comunión; y Carlos Vives, diseñador gráfico que desarrolló gran cantidad de postales navideñas tridimensionales. 
De todos aquellos artistas sólo Joan Ferràndiz consiguió el reconocimiento que merecía. Sus postales comenzaron a aparecer en la década de los cincuenta del siglo XX, cuando los christmas que se enviaba la gente consistían en reproducciones de obras clásicas. Poco a poco los dibujos de Ferràndiz acabaron por desbancar esas imágenes y sus postales se convirtieron en las preferidas de muchos. Medio siglo después, sus cándidos dibujos de pastorcillos y angelitos infantiles encarnan aún la imagen que todos tenemos de la Navidad.

Pero…¿cómo surgió la postal navideña?

Esta costumbre que ahora evoco se remonta a mucho tiempo atrás, concretamente a 1843. En aquellos lejanos días la gente solía intercambiar felicitaciones escritas a mano, una tarea que precisaba de un tiempo que Henry Cole, funcionario y diseñador inglés, no tenía. Así que se le ocurrió que podía diseñar una postal con un mensaje de felicitación y luego enviarla a todos sus familiares y amigos. Con ese objetivo, encargó al pintor John Calcott Horsley que dibujase una escena navideña para poder reproducirla en una imprenta añadiendo una frase de buenos deseos. Horsley elaboró un tríptico consistente en dos paneles laterales -uno representaba el acto de caridad de vestir al desnudo y el otro el de alimentar al hambriento- y una ilustración central que mostraba a una familia disfrutando alegremente de las fiestas. Bajo la imagen estaba impresa la frase: 'A Merry Christmas and a Happy New Year To You'. La postal navideña acababa de nacer.

La primera postal de Navidad

De esas primeras litografías coloreadas se hicieron mil copias y las sobrantes se pusieron a la venta dando origen a un nuevo y floreciente negocio. Veinte años después de aquello se empezaron a imprimir tarjetas navideñas de serie, con tanto éxito que pronto se generalizó su uso mucho más allá de tierras británicas. En Estados Unidos, Louis Prang, impresor, litógrafo y editor, empezó a ofrecer, en 1875, tarjetas de Navidad convirtiéndose así en ‘el padre del christmas americano’.  
Tras su nacimiento, la postal navideña experimentó en el siglo XX un proceso de evolución y declive. Durante las primeras décadas el christmas se ajustó a los gustos y a las nuevas técnicas de impresión. Más adelante, las dos guerras mundiales trajeron temas patrióticos a sus diseños y, ya en los 50, se volvieron a poner de moda las imágenes nostálgicas y religiosas de sus inicios. Los años siguientes el intercambio de tarjetas de Navidad se incrementó hasta llegar a su punto más álgido a finales de siglo. Sin embargo, era el principio del fin: las nuevas tecnologías, que habían favorecido el diseño y la distribución de las postales navideñas, acabaron por arrinconarlas. Hoy en día, el uso de los teléfonos móviles y los ordenadores ha dejado tan desfasada la costumbre de enviar felicitaciones que la ha limitado a los nostálgicos como yo.
Pero, a pesar de eso, las tarjetas de Navidad siguen despertando añoranzas y pasiones. Durante años han sido muchos quienes las han coleccionado con afición. El Museo Británico conserva la gran colección de christmas que reunió la  reina Maria de Inglaterra, y las postales navideñas de la llamada edad de oro de la impresión (1840-1890) han llegado a alcanzar elevadas sumas en las subastas. En diciembre de 2005, por ejemplo, una de las tarjetas originales de Horsley fue vendida en casi 9000 libras.

Un posible resurgir de la postal

Sin embargo, aunque oscuros nubarrones se ciernen sobre el futuro de la tarjeta navideña, aún quedan motivos para la esperanza. Hace apenas un año la ilustradora y profesora de dibujo Laia Codina escribió una entrada en su blog (cucatraca.blogspot.com.es) en la que mostraba una selección de su colección de tarjetas de Navidad y explicaba el origen de sus propios christmas. Según cuenta, empezó a dibujarlos para felicitar a sus amigas del colegio y, salvo alguna interrupción, ha continuado con la tradición hasta el día de hoy. 

Postales reunidas por Laia Codina
Las primeras postales “handmade” de esta artista que firma como Cucatraca  aparecieron en época de la EGB, concretamente en los 80. En clase eran casi 40 niñas y como apenas tenía  recursos económicos tuvo que ingeniárselas para corresponder a las tarjetas navideñas que recibía de sus compañeras. Así que puso en práctica una técnica consistente en copiar algunas de sus ilustraciones preferidas y pasarlas a tinta. De esta manera confeccionaba una especie de catálogo de christmas para poder escoger luego un dibujo a gusto de la futura destinataria, fotocopiarlo en cartulina blanca y, finalmente, colorearlo a mano.

Tras esa faceta como creadora de sus propias postales, la joven artista pasó por un largo período en el que apenas dibujaba. No fue hasta hace algunos años que, al entrar en l'Escola de la Dona,  descubrió que su vocación era la ilustración. Recuerda que, poco antes de las vacaciones de Navidad, su profesor, el dibujante e ilustrador Ignasi Blanch,  propuso un ejercicio en clase que luego se repitió curso tras curso: ilustrar el texto de los clásicos literarios "El Cascanueces", de E.T.A Hoffman, o el "Cuento de navidad",  de Charles Dickens. 

Desde un primer momento, Laia se sintió atraída por el cuento que inspiró a Tchaikovski para componer su ballet El Cascanueces. Esta obra  se convirtió en su particular obsesión, especialmente después de haber descubierto en la biblioteca el álbum ilustrado por Roberto Innocenti. Del primer capítulo llegó a hacer hasta 3 versiones diferentes componiendo su particular trilogía de postales de Navidad de El Cascanueces, la última de las cuales la realizó bajo la supervisión de la ilustradora Mariona Cabassa.

Trilogia de postales de Navidad El Cascanueces, de Laia Codina


Yo he tenido la suerte de ser la destinataria de estas postales. La primera me la dio en mano, el día en que nos conocimos, y me sorprendió que aún hubiese alguien que mantuviera viva esa costumbre. Pero mi asombro fue aún mayor cuando supe que la había dibujado ella. Sus trazos tienen una redondez distinta a la de las ilustraciones de antaño, pero en su expresión hay una ternura similar, un aire de ensoñación que evoca, como las postales que yo recuerdo, a la Navidad de siempre.

Laia Codina, empieza ahora a abrirse camino en el mundo de la ilustración. Entre sus proyectos se incluyen las postales navideñas, ya que es una defensora del hábito de escribir y enviar christmas por correo tradicional. Una opinión que comparto, porque lo único que puede compararse a la emoción de rebuscar en un cajón la tarjeta ideal es recibirla. Un sentimiento que se aprecia en los trazos de Cucatraca, tal vez porque los alienta el ánimo de aquella niña que fuimos todos, la que escogía postales de una caja y la que coloreaba sus propias reproducciones.

dimecres, 20 de novembre del 2013

‘L’ARQUITECTE DE SOMNIS’, de TERESA ROIG


Sempre m’han atret les històries que hi ha rere les façanes dels edificis. Per això, quan em vaig assabentar de la publicació d’aquesta novel·la vaig saber que era per a mi. Una obra inspirada en la construcció de La Pedrera era una temptació massa gran per no deixar-m’hi caure... I ho vaig fer, assaborint cadascuna de les delicades peces que formen un relat tan artístic i inspirador com el propi monument.

Teresa Roig s’endinsa en la vida d’Antoni Gaudí i perfila un gran mosaic de persones i de circumstàncies que, en conjunt, formen una estructura perfectament equilibrada. Tot té un sentit argumental que embolcalla  i arrossega gràcies a l’habilitat de l’escriptora. Amb una escriptura àgil i elegant,  conforma una narració feta de petites porcions de la trama que donen una visió polièdrica de la història. D’aquesta manera, no només ens trobem amb la trajectòria vital i professional de Gaudí sinó amb la de tots aquells que, d’una manera més o menys directa, van tenir relació amb la construcció d’un dels edificis més emblemàtics de Barcelona.

L’acció transcorre a cavall entre finals de segle XIX i començaments del XX, una època de renovació i projecció de la ciutat comtal que es recull magníficament a la novel·la. Hi ha un gran treball de documentació però, també, d’introspecció dels personatges que viuen de maneres molt dispars els canvis que es van produint. La Pedrera sintetitza aquestes maneres de concebre i entendre el món, perquè hi ha qui la veu com un despropòsit, uns altres com una broma i, només uns pocs, com una obra d’art.

L’arquitecte de somnis és un bellíssim tribut a un home honest, un esperit ferm que no es va allunyar mai del seu camí. La seva mort en va ser la prova. El futur va acabar per donar-li el reconeixement que mereixia i ara, gràcies a aquest llibre, els lectors podem veure en la Casa Milà molt més que una part del Patrimoni de la Humanitat. Ara hi veiem les passions, els records i els somnis que hi conviuen. 



dimecres, 6 de novembre del 2013

'LA LADRONA DE LIBROS', de MARKUS ZUSAK


Este mes de noviembre se estrena en Estados Unidos la película The book thief, adaptación de la novela del escritor australiano Markus Zusak La ladrona de libros. Me ha parecido una buena ocasión para recomendar la lectura de esta maravillosa historia, ya que en España  el largometraje no llegará hasta marzo de 2014. Así que, aquellos que aún no lo hayáis leído, tenéis cuatro meses para haceros con el libro y disfrutar de sus  quinientas páginas.

El comienzo es de lo más original, porque lo encabeza un prólogo donde la narradora se presenta a sí misma, y ésta no es otra que la mismísima Muerte:

Primero los colores.
Luego los humanos.
Así es como acostumbro a ver las cosas.
O, al menos, así intento verlas.”

De esta manera tan curiosa se nos va revelando la historia de una niña de nueve años, Liesel Meminger, que empieza una nueva vida al irse a vivir a un pueblecito cerca de Múnich donde se encuentra su familia de acogida, un matrimonio humilde y entrañable. 

La acción, que transcurre en la Alemania nazi, da inicio un poco antes de que estalle la Segunda Guerra Mundial y continúa durante el conflicto que devastó la Europa de los años treinta y cuarenta. Mientras Adolf Hitler y su partido dominan el país imponiendo su política totalitaria, Liesel encuentra la manera de evadirse de todo ese horror a través de los libros. Gracias a su nueva familia, que la enseña a leer y le hace descubrir el valor de la lectura, la niña aprende que la literatura es un preciado refugio con el que poder superar la dureza de la época que le ha tocado vivir.

“Poco a poco, la estancia empezó a encogerse hasta que la ladrona de libros pudo tocar las estanterías, a unos pocos pasos de ella. Pasó la palma de la mano por la primera, atenta al rumor de las yemas de los dedos deslizándose sobre la columna vertebral de los libros. Sonaba como un instrumento o como las notas de unos pies a la carrera. Utilizó ambas manos. Recorrieron una estantería tras otra. Y rió. La voz resonó en su garganta, y cuando al fin se detuvo en medio de la habitación, pasó varios minutos dirigiendo la mirada de las estanterías a sus dedos y de estos a las estanterías…

¿Cuántos libros había tocado?

¿Cuántos había sentido?

La escritura ágil y algo mordaz hace que el relato no caiga en el sentimentalismo, algo a lo que también ayudan los pintorescos personajes y muchas de las anécdotas que forman la novela. A pesar de que hay momentos que reflejan a la perfección la dureza de esos años, la narración destaca los aspectos más favorables del ser humano y, sobretodo, su capacidad para resistir.

La ladrona de libros es una fábula deliciosa ambientada en uno de los más terribles episodios de la historia. Un cuento tan lleno de luz que nos hace perder el miedo al temor.  


dilluns, 28 d’octubre del 2013

'CIMS BORRASCOSOS', de EMILY BRÖNTE


El primer any que vaig anar a l’institut ens van proposar una sèrie de llibres d’entre les quals jo vaig triar aquesta novel·la. Llavors devia tenir uns 14 o 15 anys i duia poques lectures a l'esquena. Per això, la història em va impactar i em va atrapar de tal manera que el vaig llegir amb voracitat. Recordo haver-me passat una tarda sencera perduda en les misèries i les passions dels protagonistes, incapaç de deslliurar-me de l’atracció fatal del relat.

Els anys van passar i a la memòria va quedar el pòsit d’aquella forta impressió que Cims Borrascosos m’havia deixat. Malgrat la rapidesa amb que, posteriorment, he anat oblidant d’altres lectures, el record d’aquesta ha persistit, com l’espectre de Catherine, la protagonista,  persevera  en la recerca del seu estimat. Per això quan, gairebé trenta anys després d'haver llegit aquesta novel·la per primer cop, a la Biblioteca Ilturo la van triar per a la tertúlia del mes de novembre em vaig alegrar.  Tanmateix, també vaig amoïnar-me una mica tement que el record que en guardava, com molt sovint passa, no li fes justícia.

No sé si el destí va aliar-se amb tot això, però va resultar que a la biblioteca no tenien prou exemplars i, per no haver d’esperar-me, vaig agafar el vell volum que havia llegit tres dècades enrere. En començar a llegir-lo em va sorprendre el fet que el narrador fos el llogater, això no ho recordava, tot i que sí el fet que la narració arrenca amb la seva arribada i la fantasmal aparició que desperta la seva curiositat. A mida que vaig anar avançant vaig anar recordant els personatges i gran part dels fets que s’expliquen, però, sobretot, vaig tornar a sentir el mateix impacte que trenta anys enrere.

En un primer moment, la novel·la cerca inspirar llàstima cap a l’ésser desvalgut, el petit Heathcliff, rescatat dels carrers de Liverpool per un home que vol donar-li una llar.  El lector s’entendreix quan s’assabenta que la família d’aquest bon jan només ofereix hostilitat a l’infant, tanmateix, una espurna d’esperança es desperta quan es veu que la filla petita del benefactor, la Catherine, aviat sent simpatia cap al nouvingut. Tanmateix, del lleu sentiment de tendresa i pietat que neix en el lector comença  a brotar una certa malfiança. Aviat es té la certesa que l’orfe, incapaç de lliurar-se als bons sentiments, va covant un ressentiment que va molt més enllà de la venjança. 

Així, a poc a poc, es fa evident que l’odi és l’única motivació d’aquest personatge sinistre, esgarriat i del tot cruel. Una tendencia només continguda  pel lligam que l’uneix a la Catherine amb qui manté una relació fosca i pregona, tan incontrolable com els vents que sacsegen els cims. Orbitant entre els dos protagonistes  es troben els vincles terribles, devastadors, que estableixen amb els altres personatges. Unes figures que no tenen cap mena de valor davant les pulsions que animen en Heathcliff i la Cathy. Per això, les seves motivacions acaben per topar amb la necessitat de rescabalar-se de'n Heathcliff, una exigència que es multiplica amb la mort de la Catherine. A partir de llavors, és una davallada a la mort en vida, a la desesperança, a la buidor d'una vida sense afecte i sense amor.

Malgrat la desolació i la tragèdia que amaren tota la novel·la, hi ha quelcom que encara avui em crida i em manté aferrada a les seves pàgines.  És una cosa visceral, perquè en imaginar tot el que es va narrant els batecs se m’acceleren i és com si aquella força que mou la història em colpegés just a l’estómac. Crec que, en certa manera, aquella passió estimula foscors amagades en la nostra ànima i fa que ens reconeguem en un dolor tan gran com el de la pèrdua de'n Heathcliff, en una desesperació tan decadent com la del Hindley, en un desamor tan immens com el de l’Edgard, però, sobretot, en una nostalgia tan pregona i anhelant com la de la Catherine.

Ahir, buscant informació sobre Cims borrascosos, vaig descobrir que existeix una cançó inspirada en la novel·la: Wuthering Heights, de Kate Bush. És molt coneguda i jo l’he sentida molts cops sense escoltar què deia. 

Quan vaig fixar-m’hi, un estremiment va recordar-me que al meu pit hi bategen els mateixos neguits, la mateixa nostalgia que implora. ‘Sóc jo, Cathy, he arribat a casa’.





dilluns, 21 d’octubre del 2013

‘SENY I SENTIMENT’, de JANE AUSTEN


La primera novel·la que vaig llegir d’aquesta autora va ser Orgull i prejudici, la que diuen que és la seva millor obra. Em va agradar tant que vaig continuar amb Emma, i després vaig passar a d’altres lectures amb la intenció de tornar a Austen més tard o més d’hora. Ha estat ara, quatre anys més tard, que ho he fet, aquest cop amb Seny i Sentiment, ja que va ser el llibre triat pel Club de Lectura de la Biblioteca Ilturo, el passat mes de setembre.

Com ja m’havia passat amb Orgull i prejudici  em va costar una mica d’entrar-hi ja que la temàtica no m’acabava de fer el pes. Els problemes socials i sentimentals que es plantegen al començament em semblaven una mica nimis, i el llenguatge massa enrevessat. No obstant això, de la mateixa manera que a l’altra novel·la, gairebé sense adonar-me em vaig anar encaterinant de les dues protagonistes. Tot d’una vaig comprendre el símil que s’amaga rere les reaccions de cadascuna, el cap i el cor, la joventut i la maduresa, una reflexió a la que Austen ens condueix de manera subtil però amb molta precisió.

La novel·la explica la història de dues germanes de caràcters molt diferents que s’enfronten i es plantegen la vida des de perspectives molt oposades. Les dues noies, Elinor i Marianne, viuen en un poble d'Anglaterra a finals del segle XVIII amb la seva mare, que acaba de quedar-se vídua, i una germana més petita. L'Elionor, que és la gran, és tranquil·la, pacient i assenyada, mentre que la Marianne és passional i impulsiva. Contràriament al que podria semblar, el fet de ser tan diferents les uneix encara més i fa que comparteixin les seves angoixes i temors pel que fa als seus problemes sentimentals.  Elionor està enamorada d’un home que té un compromís previ amb una altra noia, i Marianne es seduïda per un jove que acaba per deixar-la plantada després d’haver-li donat esperances. Aquests desenganys fan que el vincle entre les  dues germanes es faci més ferm i que aprenguin l’una de l’altra.

Aquesta va ser la primera novel·la que va publicar, amb el pseudònim de ‘A Lady’, l’escriptora britànica Jane Austen.  El primer esborrany duia el títol de Elinor and Marianne (el nom de les protagonistes) i el va escriure el 1795, quan tan sols tenia 19 anys. Finalment el llibre va ser publicat amb el títol que coneixem ara, traduït al català com Seny i Sentiment, el 1811.

Jane Austen recrea el món que li va tocar viure d’una manera realista que es manifesta en el retrat que fa de la societat, en com analitza les emocions que torturen les protagonistes i en la reflexió que s’inclou a través dels diàlegs. Elinor i Marianne tenen molt de la pròpia Austen, tot i que sembla que és la més jove la que du més essència de l’autora.

La dualitat entre les dues germanes fa pensar en les dues èpoques que formen el context en què es va escriure la novel·la:  la Ilustració i el Romanticisme. Els temperaments de cada una de les noies tenen trets que es poden relacionar amb aquests dos períodes, però, també, són una metàfora de les èpoques de la vida humana: la joventut, amb la seva irreflexió i visceralitat, i la maduresa, més reposada i tranquil·la.

Seny i sentiment, no és l’obra més destacada de Jane Austen ja que és considera que el seu millor treball és Orgull i prejudici, malgrat tot, està considerada com a un clàssic de la literatura anglesa. Això és innegable, perquè descriu de manera molt precisa tot un món i tota una psicologia. Amb la perspectiva del temps, Austen ha aconseguit proporcionar als lectors un viarany antropològic que els mena directament dos segles enrere. I, a través dels neguits de les dues protagonistes, el lector estableix un diàleg amb les emocions i les ànsies de la pròpia Jane Austen.

divendres, 4 d’octubre del 2013

Exposició fotogràfica 'El jardí dels somnis'


No fa gaire vaig anar a la inauguració d'aquesta fascinant mostra, obra de l'escriptora Núria López Garcia i, tot i que ja havia vist alguna fotografia, no vaig poder evitar quedar captivada pel desplegament d'imatges exposades que semblen extretes d'un bosc imaginari.


Tal com va explicar l'autora de les instantànies, es tracta de retrats de flors i plantes del Jardí Botànic de Barcelona que la van inspirar en veure com la Natura pot oferir imatges ben inusuals si ens prenem la molèstia de fixar-nos-hi. És per això que,  observant les fotografies de la Núria López, es té la impressió de veure estranys espècimens de alguna flora llunyana quan, en realitat, són flors força comuns retratades amb un enfocament que les atorga un caràcter màgic.

'El jardí dels somnis' és un nom que fa justícia a l'exposició, perquè el visitant té la sensació de passejar per un verger d'un món de conte.

Núria López va començar a interessar-se per la fotografia ben aviat, seguint les passes del seu pare, el fotògraf vilassarenc, Fèlix López Teixidó. Els seus retrats han estat exposats al Museu Monjo, a Can Bisa i a la Bilioteca Ernest lluch, en el marc de les exposicions fotogràfiques del grup "Una mirada particular". 'El Jardí dels somnis' és la seva primera mostra a títol individual.

Les fotografies s'exposen i es poden adquirir al Favela-cafè, de Vilassar de Mar (Pl. Àngel Guimerà, 6),  tot aquest mes d'octubre a partir de les 7 del vespre.






dijous, 26 de setembre del 2013

‘Muret 1213 – Càtars!!!’, una història que cal no oblidar


Alguns dels protagonistes principals:
Papa Innocenci III, Rei Felip August, Rei Pere i Comte Ramon.

La companyia Cor País Meu va portar, el passat dimarts 10 de setembre, a l’envelat municipal de Cabrera de Mar, el seu espectacle de teatre musical ‘Muret 1213-Càtars!!!’. Una original proposta de teatre escènic que recorda un dels episodis més dramàtics i cabdals de la història occitana i catalana.

La representació va començar amb l’arribada a la plaça d’un poble d’un grup de joglars i trobadors que escenifiquen la Croada que va tenir lloc al segle XII contra els càtars de Llenguadoc, i la batalla de Muret en la qual el rei Pere I de Catalunya va perdre la vida. La interpretació de la suite "No trencaràs el son dels càtars", de Jaume Arnella i Marcel Casellas, i d’un repertori de música occitana antiga, popular i tradicional, van donar inici a una narració històrica en clau satírica que explica els esdeveniments que van dur al genocidi de tot un poble i a l’anorreament de la llengua d’Oc, una de les més importants de l’Europa medieval, així com de la seva riquíssima cultura.

Els grans protagonistes: els cantaires!
Els actors, amb un vestuari i una escenografia volgudament senzills per evocar l’estètica de l’època, van saber recrear els fets i donar vida als personatges que van intervenir en el conflicte que va donar com a resultat l’expansió de França a costa de la destrucció de la cultura occitana. En l’hora i escaig que va durar la representació, el públic va poder retrocedir vuit-cents anys  i sentir el mateix que devien sentir els vilatans dels poblets medievals cada cop que una companyia de joglars els visitava.

Cor País Meu va néixer a finals del 2009 com a formació polifònica hereva del Cor de l’aula de Música Tradicional i Popular del Departament de Cultura de la Generalitat de Catalunya. La formació basa el seu treball en el repertori tradicional i popular català i en el repertori de la Mediterrània occidental, tractat amb els procediments més habituals i espontanis del cant a veus. En els seus dotze anys de trajectòria, el Cor ha realitzat nombroses actuacions i concerts arreu del territori català, en terres occitanes i a l’illa de Sardenya. L’any 2010 va presentar el seu primer muntatge escènic, ‘Exili’, que va obtenir un èxit remarcable en la vintena llarga de representacions que va fer per Catalunya durant els dos anys següents.
La molt sensual Blanca de Castella.

‘Muret 1213 – càtars!!!’ està dirigit per Ramon Manent i Quim Lecina que han sabut unir actuació i música d’una manera molt fluïda. Les cançons occitanes, els cants populars i tradicionals combinen perfectament amb els diàlegs, la qual cosa afavoreix que els espectadors connectin amb l’època que es representa. El resultat és una obra que, sense caure en la sensibleria, mostra com el millor dels éssers humans pot sucumbir davant la pitjor faceta de l’ambició humana.    

Fotos: Cor País Meu.

dilluns, 16 de setembre del 2013

Contigo en la memoria



Hoy me he despertado en aquella habitación de tu piso. Lo primero que he visto ha sido la puerta, justo a los pies de la cama. Luego, la ventana. Un modesto fulgor atravesaba, indeciso, los visillos. La finura de la tela apenas minimizaba la minúscula claridad del exterior. Quizás porque su función siempre fue más ocultar la visión del hueco del ascensor, al otro lado de los cristales, que impedir la escasa entrada de la luz. 

Al volverme hacia la pared opuesta, he visto ese armario tan grande o, al menos, así me lo ha parecido a mí desde la proyección de mi recuerdo.Después, me he fijado en la mesilla de noche y allí estaba aquella vieja radio que ya no funciona. Un impulso antiguo me ha empujado a incorporarme entonces. Como tantas veces antes que esta, he vuelto a acuclillarme junto a la mesilla, impelida por el mismo hábito que me movía en la niñez,  y he tomado con cuidado la caja de música. Me he sentado sobre el colchón, con ella en el regazo y, antes de abrirla, he acariciado los finos relieves de la madera. Después, la he abierto. Rac-rac-rac, he girado la manecilla para darle cuerda y, al soltarla, han comenzado a sonar unas notas quebradizas. El tintineo de la melodía se ha instalado en el ambiente como un trozo de sueño, de este sueño mío de estar en esta habitación tuya. Prendida en la armonía de ese instante, puede que haya sabido que era eso la eternidad. Y allí, en el infinito, justo al caer de la última nota, te he oído venir. 

La puerta corrediza estaba, como siempre, desplazada y desde la abertura se veía la pared del pasillo y las  baldosas octogonales de color terroso. Entonces te has asomado y me has mirado sin asombro. Como si ya supieras que yo estaba allí.  Llevabas esa bata de color morado y el pelo gris, un poco encrespado. Tan delgada como siempre y feliz, también como siempre, de verme. Cuando me he levantado para saludarte, tu humor, peculiar y a veces hasta absurdo, ha sido el primero en saludarme: ‘¡que pisas un sapo!’. Yo he sonreído y me he dado cuenta entonces de lo mucho que he añorado tu voz. ‘¡Venga, que ya han pasado las burras de leche!’ has añadido, y yo he sabido entonces cuánto puede encerrarse en una expresión.

Te he seguido, una vez más, por el pasillo, ese largo corredor que vertebra tu casa. Los muebles, y hasta las paredes, volvían a tener tu huella. Un rastro de vivencias y memorias que a mí me gustaba descubrir. Una vez en la cocina, he vuelto a ayudarte a preparar el desayuno. Mientras tu hacías café, yo he puesto en cada taza un par de cucharadas de leche condensada que he diluido en  agua caliente, tal y como me enseñaste. Después, cuando la cafetera ha borboteado, llenando el aire de ese olor a bienestar, has vertido en las tazas un chorro denso y oscuro. 

Nos hemos sentado en la mesita como solíamos, tú y yo frente a frente. Para no variar, he preferido tomar un trozo de pan del día anterior, como haces tú, en lugar de unas magdalenas. Porque en ese mendrugo me siento aún más unida a ti. En tu sencillez de antigua campesina, en la frugalidad de unos tiempos que yo sólo he vivido a través de tus historias. ‘Yaya, cuéntame cosas de tu pueblo’, he vuelto a pedirte una vez más. Y tú, complacida, has rememorado de nuevo aquellas anécdotas de ‘cuando eras chica’.

Hoy me he despertado contigo en la memoria. Porque hace tanto que ya no estás… Pero cada día me siento más como tú, apegada a mis recuerdos y feliz en la nostalgia. A veces, para sentirme mejor, yo misma me explico tus historias y entonces me parece que voy a abrir los ojos y a despertar, una vez más, en esa habitación. 

divendres, 13 de setembre del 2013

'Desenterrant el silenci', imatges d'un impossible

La imponent masia de Cal Conde, situada al cor mateix del municipi de Cabrera de Mar, acull aquest dies l’exposició fotogràfica ‘Desenterrant el silenci’, de Sergi Bernal. La mostra forma part, juntament amb un documental i un llibre, d’un projecte fotogràfic i d’investigació que narra l’obertura d’una fossa comuna de l’any 1936, la qual cosa va permetre recuperar la figura del mestre català Antoni Benaiges.


Els documents que s’exposen, 32 fotografies, diversos facsímils, una reproducció de part de la fossa de vint metres quadrats i un audiovisual, parlen al visitant d’una història ‘recuperada a peu de fossa’, com expliquen al tríptic informatiu els organitzadors.

Tot va començar ara fa tres anys, després que el Grup de Ciències Aranzadi localitzés uns casquets de bala i diverses restes humanes a una zona de la serra de La Pedraja, a Burgos. Ja feia temps que se sabia que en aquell indret hi havia enterrades centenars de persones desaparegudes, tanmateix, la fossa havia estat amagada al llarg de 74 anys.  Un cop descoberta, van començar les tasques d’excavació que van treure a la llum 104 cadàvers entre els quals el d’Antoni Benaiges. 
Quarderns publicats per l'escola de Bañuelos
de Bureba seguint les tècniques Freinet.
Sergi Bernal va documentar fotogràficament aquells treballs i, gràcies a un testimoni, es va assabentar de la figura del mestre català que va desaparèixer l'any 1936 en aquelles terres. Bernal va seguir la pista a Antoni Benaiges, mestre d'escola del petit poble burgalès de Bañuelos de Bureba i va saber que d'aquest docent progressista, molt estimat pels seus alumnes, va ser torturat i assassinat pocs dies després que comencés la Guerra Civil.
Benaiges havia nascut a Mont-roig del Camp i va arribar a Bañuelos de Bureba l’any 1934. Un cop instal·lat a la petita escola rural del poble es va dedicar a aplicar la pedagogia ideada pel pedagog francès Célestin Freinet basada en l’expressió lliure dels infants. 

Així, el mestre va fomentar la participació dels seus alumnes i l’ús de la impremta, com es pot comprovar als facsímils que formen part de la mostra. També amb aquest propòsit, Benaiges va projectar dur  un grup dels seus alumnes a veure el mar.Tenien previst fer-ho el juliol de 1936, un cop acabat el curs. Els nens i nenes d’aquella escola mai no havien vist el mar, però se l’imaginaven a la seva manera. Això es pot veure a les breus redaccions recollides al llibret ‘El mar’ que va editar el propi mestre i els alumnes amb l’impremta escolar. Precisament, amb aquest aparell es van publicar més de deu quadernets que encara es conserven gràcies al zel de la família de Mont-roig.

Antoni Benaiges, però,  no va poder complir la promesa que havia fet als seus alumnes. El 25 de juliol de 1936 va ser assassinat per seguidors del bàndol feixista i enterrat en una fossa comuna amb altres persones, homes i dones, condemnats no només a la mort, sinó, també a l'oblit. 

Escrit d'un dels alumnes de Benaiges inclòs
al llibret 'El Mar' imprès a l'escola.
Al llarg de prop de 80 anys, la figura i els fets d’aquest mestre van quedar reduïts al record del seus familiars, alumnes i companys. Però la història, finalment recuperada del silenci d’una fossa comuna, ha tornat a Antoni Benaiges a la llum. Tal i com afirmen els organitzadors ‘aquesta mostra és un just reconeixement, un petit homenatge al mestre de Mont-roig del Camp, Antoni Benaiges, oblidat en una fossa comuna, i als altres homes i dones igualment assassinats que estaven amb ell a les muntanyes de La Pedraja”.

Així doncs, el somni truncat dels nens vertebra una mostra que honora alhora el record del seu mestre i el de totes aquelles persones que van haver de pagar amb la vida pels seus ideals, anhels i conviccions.

Aquesta història, que desvetlla l'horror de la intolerància, es va començar a divulgar el setembre de 2011, al casal de barri Les Esmandies de Mataró que va acollir la primera exposició. Des de llavors, la mostra fotogràfica ha passat per diverses sales i el Castell de Montjuïc ha estat el darrer lloc on s'ha exposat abans d’arribar a Cabrera de Mar on es podrà visitar fins el 22 de setembre. 

Carta informant de l'assassinat
d'Antoni Benaiges


Exposició fotogràfica Desenterrant el silenci, un projecte de Sergi Bernal.

Antoni Benaiges, un mestre de la República en una fossa comuna de Burgos.

Del 6 al 22 de setembre a Cal Conde (Carrer Mossèn Cinto Verdaguer, 16).

Horari: De dilluns a dissabte de 18h a 20h i diumenge d'11h a 13h.


dissabte, 7 de setembre del 2013

'VA SER UNA NIT D'OCTUBRE'


Aquest és el títol del conte amb què vaig participar al concurs literari 'Memorial Anton Isern', un certàmen literari creat per l'Ajuntament de Cabrera de Mar, en col·laboració amb la Biblioteca Ilturo, en memòria del poeta Anton Isern i Arnau




VA SER UNA NIT D’OCTUBRE…

Va ser una nit d’octubre, fresca i fosca, quan el vaig veure.  
No feia gaire que m’havia quedat a soles a Can Bartomeu, un antic mas del meu poble habilitat com a centre cultural.  Acabàvem de celebrar una reunió amb els membres d’una entitat de la població i, com a presidenta que n’era, m’havia ofert a endreçar la cambra que havíem fet servir i a tancar les portes d’aquell edifici municipal. No era el primer cop que em quedava sola dins la vella masia.  Sovint ens trobàvem allà per realitzar alguna de les nostres activitats, per la qual cosa no era gens estrany que, de tant en tant, em quedés més estona que la resta. Tanmateix, alguna cosa em deia que aquell vespre havia de ser diferent. 



Mentre endreçava els meus papers, una ràfega sobtada de vent va fer que la porta es tanqués de cop. El soroll que va produir va espantar-me tant que durant uns segons vaig quedar-me immòbil. L’aire va udolar amb un plany sinistre.
Tot d’una, els lladrucs de la meva gossa, un quisso menut i inquiet adoptat a la Protectora, em van fer reaccionar. Encara sentia, aferrat a l’estómac, l’estremiment produït per l’esglai. Però, no obstant això, vaig empassar saliva i vaig intentar tranquil·litzar l’animal. En realitat, mirava d’asserenar el meu cor que batejava accelerat.
―Calma’t, Pruna que no passa res. Només ha estat el vent. Vine...
Lluny d’apaivagar-la, les meves paraules van semblar esverar-la encara més. Va seguir bordant, encarada a la porta, mentre reculava cap on era jo.
―Ja n’hi ha prou! ―vaig exclamar, neguitejada per la cridòria de l’animal. Vaig agafar-la en braços i vaig obrir la porta mentre mirava de consolar-la― Mira, ho veus? No hi ha ningú aquí.
Aquell gest protector va tenir un efecte balsàmic. La Pruna va callar i es va quedar mirant fixament al passadís que s’oferia davant nostre. Les parets del corredor eren banyades per la llum de la cambra on érem. Més enllà d’aquell feix de claror la penombra impedia distinguir-hi res.
En el silenci sobtat, va tornar a fer-se present el xiulet del vent. Les fulles dels arbres propers van deixar sentir una lleu fregadissa. Però aquell murmuri va durar ben poc. La gossa, de cop i volta, va començar a gemegar i vaig notar en el seu pes, petit i tebi, un lleu tremolor. Vaig deixar-la a terra de nou i em vaig endinsar pel passadís. Necessitava convèncer-me de què, realment, no hi havia ningú allà.
Fent tentines vaig trobar l’interruptor que il·luminava la sala que hi havia al fons del passadís. Com si tot just en aquell moment s’hagués activat algún mecanisme dins del meu cap, vaig recordar tot el que havia llegit sobre aquella estança. Segons els historiadors locals, la cambra, situada al primer pis, en el cos central de la masia, era el lloc on antigament es reunia la família. Per això, allà era on col·locaven els millors mobles i el parament de casa més selecte. Tot i que en l’actualitat ja no quedava pràcticament res de l’antic mobiliari, encara es podia apreciar aquella empremta de dignitat que havia caracteritzat la sala. I aquella nit es notava més que mai.
Amb la sensació de retornar a un passat que es resignava a marxar del tot, vaig travessar la cambra amb un cert recel. Malgrat que havia estat allà en nombroses ocasions, no podia evitar sentir una creixent malfiança. Potser va ser aquesta emoció la que em va fer acostar-me a la finestra, una preciosa obertura d’estil gòtic encarada al jardí que donava accés al mas. Amb el ritme del cor una mica esverat, vaig asseure’m al pedrís situat a l’interior.

Un cop més, la imatge quotidiana dels antics habitants de la casa em va tornar a venir al cap. Durant uns segons em va semblar experimentar la dolça displicència que devien sentir mentre xerraven en aquell festejador, des d’on s’oferia una immillorable visió de l’entrada a l’edifici. Tanmateix, la visió va durar només uns instants perque, de seguida, el desassossec va tornar a envair-me.

La gossa, mentrestant,  s’havia arrulit als meus peus tremolant encara. Vaig tornar a adreçar-me a ella amb paraules reposades, provant de calmar-me jo també. Llavors, a través dels vidres vaig veure la portalada que donava accés al que havia estat el pati i que era ara un petit jardí. El ramatge dels arbres resplandia sota la llum dels fanals i, just sota la finestra, l’aigua del safareig onejava dòcilment al ritme d’un vent aparentment afeblit.
Aquella quietud em va semblar encara més amenaçadora que la ràfega que m’havia esporuguit.
            ―Anem, Pruna! ―vaig dir mentre m’incorporava, decidida a comprobar que no hi havia ningú més allà.
Quan vaig arribar a les escales que conduïen al pis inferior, la foscor que dominava la planta baixa va tornar a encongir-me l’estómac. Fins que no vaig accionar l’interruptor i la claror va esvanir les ombres, no vaig aconseguir calmar-me una mica.
            Seguida de la gossa, vaig descendir fins al vestíbul principal. La mateixa immobilitat que dominava el pis superior s’havia ensenyorit d’aquella part de la masia. No obstant això, tenia la impressió de què alguna cosa respirava sota l’aparent placidesa de l’estança.
Aquella sensació va produir-me un nou calfred. Però només va durar uns instants. Aturada al peu de l’escala, vaig esforçar-me a veure aquell lloc com l’havia vist sempre. Els meus propis records van anar imposant-se a la petja que els segles havien deixat per tota la casa. Finalment la lògica havia guanyat la partida. Vaig ser conscient que el meu neguit només havia estat un efecte de la meva pròpia suggestió. El vent, el cel enfosquit i la traça del temps havien fet la resta.
Em disposava a tornar al pis de dalt quan, de sobte, l’aire va arrossegar una mena de gemec. En un principi vaig pensar que era la Pruna fins que vaig veure que l’animal s’esperava, ajupit al replà, tot tremolant de por. Vaig cridar-la, però la gossa no es va moure. Encongida i amb les orelles abaixades va continuar observant-me.
Llavors, una lluentor groguenca va llambrejar a la cuina. Els reflexos ataronjats es projectaven sobre les parets del passadís d’entrada, en una mena de dansa inquietant i convulsa. Vaig notar com un sotrac al mig del pit, i com la sang em brollava embravida. La lògica acabava d’abandonar-me. 



Sense saber per què, vaig baixar els esglaons i vaig avançar cap a la cuina. Malgrat la por que sentia, una boja necessitat de desengany, de trobar la prova que em garantís que res no passava, em va fer acostar-me fins allà.
Aquella peça de la casa es conservava gairebé igual que en temps passats, per això, no era difícil imaginar com havia estat segles enrera. Però, en aquells moments, no vaig fixar-me ni en l’enllosat original, ni en la gran pica de pedra amb els fogons encastats situats al fons de l’estança. Els meus ulls van quedar fixos en la gran llar de foc, coberta per una enorme campana, que es trobava a la paret de l’esquerra. 
Allà, dempeus, tan immòbil com el mobiliari, una figura em contemplava. Era una imatge resplendent, feta d’una claror d’espurnes, que semblava respirar amb el vent. Em vaig quedar contemplant-la, embadalida, fins que una ràfega violenta va tancar la porta de cop.
La Pruna va començar a bordar embogida.  Els seus lladrucs van aconseguir arrencar-me de l’encanteri en què m’havia submergit.  El seny va tornar a dominar-me i, amb molta cura, vaig obrir la porta per tal de descobrir què era el que estava passant.  Però la imatge havia desaparegut.
Vaig examinar la cuina per tal de trobar un indici que expliqués el que acabava de veure. La claror daurada havia estat substituïda per la il·luminació ombrívola de sempre, una llum que no aconseguia esvanir la foscor que s’arrapava als racons.
A través de la finestra de damunt la pica, vaig veure el cel obscur. Potser la lluna havia aconseguit travessar els núvols, vaig dir-me, i la seva llum havia incidit damunt l’enllosat. Aquella explicació va satisfer-me prou com per retornar al pis de dalt. Ja era hora de recollir les meves coses i marxar.
Pocs minuts després, abandonava l’edifici acompanyada de la Pruna que, malgrat tot, encara es mostrava inquieta. En obrir la porta que donava al jardí de l’entrada principal havia sortit esperitada i s’havia ajagut vora el safareig esperant que jo tanqués. Va ser llavors quan el vaig veure.
Amb la clau encara al pany, a través dels vidres de la porta vaig distinguir dins la casa una figura que resplendia en la foscor. Vaig sentir el mateix que minuts abans havia experimentat a la sala. Una sensació de què el passat tornava, infonent vida als objectes.


Aleshores ho vaig entendre. Novament la memòria m’havia fet evocar el poc que sabia de tants segles d’història. Però allò va ser suficient per fer-me veure que, en aquell plec d’espai on havia convergit el temps, un dels antics amos de Can Bartomeu s’havia fet present. La seva imatge incandescent era el viu record de la seva mort.
Mentre m’apressava a abandonar aquell indret vaig preguntar-me si potser va ser una nit d’octubre, fresca i fosca, quan uns lladres l’havien cremat lligat als clemàstecs de la llar de foc.