divendres, 6 de febrer del 2015

‘Nada’ (Destino), de Carmen Laforet

A pesar de llevar años siendo lectura recomendada en los institutos y de ser todo un clásico,  no ha sido hasta hace muy poco que me he animado a leer esta novela escrita en plena posguerra española.

Me enfrenté a las primeras páginas sabiendo que en su amplio bagaje contaba también con el mérito de haber recibido el primer premio Nadal, allá en 1945. Así que tenía bastantes expectativas cuando empecé la lectura. 

Como es bien sabido, no hay nada más eficaz para frustrar un libro o una película que las recomendaciones y los premios, sin embargo, en este caso no fue así. Los párrafos iniciales fueron suficientes para que el estilo de la autora me cautivara por completo. 

Ya con el primer capítulo quedé prendada de la manera en que la escritora describe tanto el ambiente como las emociones. Con una sencillez forjada en la eficacia, Carmen Laforet sabe escoger las palabras precisas para confeccionar una narración sobria, elegante y, a la vez, perturbadora. Me fascinó la manera en que retrata el viejo piso donde la protagonista, acabada de llegar a Barcelona, se enfrenta a su nueva vida. El deterioro de la vivienda es un reflejo de la decadencia de sus habitantes, la familia de la protagonista, quienes, a su vez, lo son de la ciudad que se encuentra sumida en las miserias y escaseces de la posguerra.


Además de la belleza del estilo, me impresionó la capacidad de la escritora para transmitir la desolación que late en los personajes. Todos ellos son víctimas del conflicto que ha devastado su mundo, que ha matado sus anhelos. Y ese vacío anímico casi puede palparse en las descripciones de las calles y de los edificios, como si la ciudad y sus habitantes estuviesen conectados al mismo dolor y al mismo desespero. 

Nada es una novela sin artificios, un relato intimista que explica las vivencias de una joven en Barcelona a principios de los años 40 del siglo XX. Su historia refleja los efectos y cambios que produjo en la sociedad la Guerra Civil y el franquismo desde una perspectiva muy humana. Con un lenguaje casi poético, plasma emociones y reflexiones pero sin dejarse llevar nunca por el sentimentalismo. Una obra maestra de virtud literaria y profundidad psicológica.