dissabte, 11 de febrer del 2017

‘Las bocas de la montaña’ (Ediciones Atlantis), de Isabel del Río



Descubrí a esta autora gracias a una inquietante novela titulada La casa del torreón. Puesto que a ella la conocía como persona y transmite una imagen dulce, igual que lo es su carácter, me sorprendió que hubiese sido capaz de crear una obra tan descarnada. El libro me encantó, tanto por la trama, brillantemente construida, cómo por la capacidad de la autora de crear un mundo tan peculiar. Aunque ese universo oscuro y angustioso no me encajase con la afable Isabel. 

Han pasado los años, y esta joven autora, vinculada al mundo de la creación literaria desde casi todas sus facetas, ha ido edificando una obra que sigue gravitando en los mundos que sólo ella sabe construir. Su última novela, Las bocas de la montaña, es menos oscura que aquella con la que la descubrí, pero mucho más fantasiosa si cabe. 

De nuevo se trata de una historia que describe una realidad paralela, un universo poblado por todo tipo de seres, con reminiscencias mitológicas, pero que nacen de la poderosa imaginación de la autora. De la mano de la protagonista, una joven que busca a su padre desaparecido al llegar a un tranquilo pueblo rural donde iban a pasar unos días, vamos descubriendo a todas esas criaturas y los lugares que habitan, ya sea en el presente o en otros tiempos. 

Este hilo argumental hace inevitable pensar en obras como El mago de Oz, Narnia o Alicia en el país de las maravillas, pero también en El señor de los anillos, por la riqueza de detalles y la infinidad de personajes que pueblan el imaginario de la autora. El ritmo narrativo es trepidante. Ya en las primeras páginas se intuye el latido de esas otras vidas ocultas, que esperan al otro lado de las bocas de la montaña y enseguida la acción se desboca. A partir de ese momento la protagonista tiene que enfrentarse a todo tipo de desafíos y de conflictos, al mismo tiempo que va descubriendo un caleidoscopio de realidades dispares, todas ellas marcadas por un ligero hálito de magia. 

Esta última impronta feérica lleva la esencia de Isabel, una persona que conoce bien todo lo relativo a la fantasía, la mitología y lo intangible. Una autora increíblemente imaginativa que conjuga a la perfección la habilidad narrativa con una ambientación personal e inconfundible.

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